
Cuando se trata del uso de un medicamento, la confianza en las indicaciones de los profesionales sanitarios –en especial, de los médicos, que son quienes tienen la potestad para recetarlos– es lo primero que debemos asegurar, siempre y cuando aspiremos a garantizar su correcta eficacia –y seguridad–. Sin embargo, es común que los pacientes encuentren discrepancias entre la información proporcionada por su médico y lo que se especifica en el prospecto del fármaco, llegando a generar, incluso, dudas sobre cómo proceder con el tratamiento.
I. Prospecto vs. indicaciones médicas: una (posible) fuente de confusión
En el fondo, el prospecto de un medicamento no deja de ser un documento elaborado a partir de la ficha técnica del mismo, con el propósito de informar al paciente, siempre en un lenguaje que éste pueda comprender fácilmente, sobre: la composición, las indicaciones –y contraindicaciones–, el modo de empleo, advertencias, recomendaciones de uso, indicaciones de conservación y los posibles efectos adversos de un medicamento concreto. Sin embargo, esto no quiere decir que en ellos se recoja siempre la información más completa, todos los usos habituales o la evidencia clínica más reciente. En este sentido, y según el responsable del servicio de farmacia hospitalaria y productos sanitarios del Hospital San Juan de Dios de Tenerife, D. Arnaldo Casas Labarga, "las fichas técnicas de los medicamentos pueden no estar actualizadas con la última evidencia científica, o no venir detallado en uso en situaciones muy concretas, como, por ejemplo, en cuanto a dosis, indicaciones o uso en pacientes con necesidades especiales, como pueden ser los críticos, o los que padecen de alguna insuficiencia renal, hepática o que sean hemodinámicamente inestables. Es decir, puede haber un uso habitual y conocido que no aparezca en la ficha técnica; aunque cuando se trata de información relativa a la seguridad sí que se actualiza con rapidez".
Por suerte, "hay evidencia mucho más allá de la ficha técnica", y el conocimiento de la misma se repartirá atendiendo al área de especialización de cada profesional. Así, "los médicos son especialistas en un área concreta, y puede que no conozcan el alcance de todos los medicamentos, de todos los antibióticos o antipsicóticos, por ejemplo, que suelen monitorizarse (es decir, medir niveles plasmáticos de los fármacos y, tras un análisis matemático, determinar la dosis más adecuado para el paciente en una situación concreta) y ajustarse a la realidad y a la evolución de cada usuario".
Dicho esto, "que un médico decida recetar una pauta o dar una indicación extraña es algo que no suele pasar, y, si sucede, a mí va a ser el primero al que le llame la atención y le parezca extraño, siendo mi papel, entonces, el de aclararlo", según admite D. Arnaldo.
II. El papel del farmacéutico en la validación de los tratamientos
Para garantizar la seguridad del paciente, los farmacéuticos hospitalarios desempeñan un papel fundamental en la validación de los tratamientos. ¿Cómo? "Revisando las prescripciones médicas para comprobar que están bien, que no hay errores, que está todo correcto en cuanto a dosis, instrucciones de administración y ausencia de interacciones, es decir, que no falta ni sobra nada", asegurándose, así, de que las indicaciones sean las adecuadas, corrigiendo posibles fallos y aplicando las últimas evidencias corroboradas.
De igual modo, y, además de esta supervisión 'a posteriori', los farmacéuticos colaboran estrechamente con los médicos en la resolución de dudas previas a la prescripción de cualquier fármaco, o a la hora de plantear "equivalentes terapéuticos".
"Muchas veces me consultan: 'Oye, ¿qué le pondrías tú al paciente? ¿Qué alternativa tengo?'", comenta Casas, resaltando que la toma de decisiones se basa en un enfoque multidisciplinar, y que, para ello, el contacto entre profesionales sanitarios es sencillo, "normal y directo, por teléfono o en persona", aprovechando las facilidades de cada Centro u Hospital.
III. Uso fuera de ficha técnica: una realidad avalada por la evidencia
Hay que ser conscientes de que, en algunos casos, un medicamento puede emplearse para una indicación distinta a la oficialmente aprobada en su ficha técnica. Esto se conoce como "uso fuera de ficha técnica", y, tal y como explica Casas, "existen casos en los que ocurre".
Por otro lado, que el "uso" prescrito sea "fuera de ficha técnica" no quiere decir que el tratamiento sea experimental o inseguro, sino que se basa en estudios y experiencias clínicas que avalan su efectividad en determinadas condiciones no contempladas por la ficha técnica original.
IV. Conclusión: confiar en la evidencia y consultar dudas
Ante cualquier posible duda sobre un tratamiento, aclararla con los profesionales de la salud es prioritario. Por supuesto, será más, o menos, complejo de llevar a cabo dependiendo de si esa duda surge dentro de un contexto ambulatorio u hospitalario, pero que haya una oposición directa entre lo pautado por el médico y el criterio final del farmacéutico es algo "muy raro".
Al fin y al cabo, y en palabras de D. Arnaldo Casas, "no puedes inventarte las cosas. Tienes que basarte en la evidencia científica". Además, "lo que prima es el paciente", a quien hay que "proteger".
Arnaldo Casas Labarga, responsable del Servicio de Farmacia Hospitalaria y Productos Sanitarios delHospital San Juan de Dios de Tenerife.